miércoles, 26 de diciembre de 2012

SITUACIÓN ACTUAL DEL ÁRBOL URBANO EN CHILE

La historia de la Arboricultura Urbana en Chile nos muestra los problemas que han existido para avanzar en la incorporación del árbol urbano como un elemento importante en nuestras ciudades. En ella es posible encontrar algunas de las razones que explican la situación actual, como por ejemplo el que hasta la actualidad no exista una visión de estado que aborde esta actividad generando equidad, calidad y sustentabilidad. Si bien han existido iniciativas de parte de algunas reparticiones públicas, éstas son dispersas, débiles y sin continuidad en el tiempo.

El primer aspecto que abordaremos es la falta de equidad que existe en la distribución del arbolado urbano, antecedente que es coherente con las afirmaciones anteriores, ya que a partir de mediados del siglo XX las comunas con mayores ingresos comenzaron a preocuparse de arborizar sus territorios y también de construir áreas verdes, lo que luego de 60 años de gestión ha resultado en la existencia de un rango de comunas, donde en un extremo están las comunas ricas con una dotación adecuada de árboles urbanos y también de áreas verdes y en el otro extremo encontramos comunas pobres casi sin arbolado urbano y escasas superficies de áreas verdes.

La falta de equidad en la dotación de arbolado urbano es un problema que tiene tres dimensiones complementarias, a saber: diseño y producción de árboles urbanos,  donde los árboles que se producen deberían satisfacer criterios de calidad y crecimiento acordes con el diseño elaborado, arborización, junto con la necesidad de disponer de árboles urbanos de calidad, y mantención del arbolado urbano, que implica riego, fertilización, reemplazo de árboles adultos y cuidado de árboles singulares. Estas actividades en conjunto requieren de sistemas de gestión del arbolado urbano, lo que se traduce en catastro, presupuesto, capacitación y formación, profesionales, equipos, infraestructura y participación de la comunidad. La situación actual indica un alto déficit también en los aspectos señalados y los árboles que se utilizan en arborización urbana, en general, se encuentran lejos de los estándares de calidad requeridos para este fin.

Un segundo aspecto a abordar radica en la dotación de árboles urbanos. Un proyecto realizado el año 2004 por la Facultad de Ingeniería Forestal de la Universidad de Chile(1) señaló que las 34 comunas del Gran Santiago tenían una dotación de 6.300.000.- árboles urbanos aproximadamente. Para el mismo territorio, a fines de 2009, la Universidad Católica señaló que existe un déficit de 12 a 14 millones de árboles urbanos, concentrándose la falta de árboles en barrios pobres. En opinión de este autor, el estándar a considerar debe ser de cuatro (4) árboles urbanos por habitante.

El tercer aspecto a destacar radica en la falta de criterios para promover la Arboricultura Urbana y la errónea aplicación de indicadores de áreas verdes en el ámbito del arbolado urbano. Es reconocido por la Organización de Naciones Unidas (ONU) que los árboles generan múltiples beneficios (ambientales, sociales, económicos y culturales), motivo por el cual se han generado en el mundo diversos sistemas de medición de estos aportes. En Chile no se ha avanzado en esta línea. A modo de ejemplo señalar que desde 1990 a la fecha, CONAMA utiliza el indicador m2 de áreas verdes por habitante para medir la captura de contaminantes del aire que realizan los árboles, situando ese beneficio del arbolado urbano solo en los árboles que se encuentran en áreas verdes. Sabemos que el arbolado viario representa más del 80% de los árboles que existen en nuestras ciudades. Menos del 20% de los árboles urbanos han sido establecidos en áreas verdes.

El cuarto aspecto consiste en la ausencia del arbolado urbano en la legislación chilena. Diversas leyes han abordado tangencialmente en sus articulados aspectos relacionados con  arbolado urbano. A modo de ejemplo señalar que la Ley de Bosques de 1931 entrega a las municipalidades la responsabilidad del arbolado lineal, sin dar contexto a esta atribución, o la Ley de Fomento del Bosque Nativo aborda el tema de los Productos Forestales No Madereros donde se sitúan los beneficios del arbolado urbano. Se pueden mencionar también la Ley de Medio Ambiente Nº19.300 y la Ordenanza General de Urbanismo y Construcción, entre otras. A pesar de las diversas menciones, no se logra construir un marco legal que produzca sinergias y que supere los problemas y brechas que en la actualidad observamos cotidianamente.

CONSECUENCIAS DE LOS PROBLEMAS DETECTADOS

Muchos de los aspectos que forman parte importante de la Arboricultura Urbana, en Chile se encuentran en absoluta desprotección. A continuación se presentan algunos ejemplos.

1.- Barrios y vecindarios con escasa presencia de árboles urbanos



Es conocido y notorio el enorme déficit de árboles urbanos que existe en la vía pública de los territorios de mayor pobreza de nuestro país, a lo que se suma la falta de áreas verdes. El estado dispone de un escaso número de viveros capaces de producir árboles urbanos. No existen vinculaciones con el sector privado que si posee viveros y si produce árboles urbanos de calidad. Existen otras razones que explican también el déficit de árboles urbanos que aquí se señala, entre las cuales está la falta de institucionalidad, la escasa capacidad para administrar presupuestos públicos y privados, la falta de políticas coherentes, aspecto éste último que explica la incapacidad que ha existido para involucrar al sector privado.



La falta de iniciativa que se muestra en el ámbito de la Arboricultura Urbana permite que se prive a gran parte de la población de nuestro de país de los múltiples beneficios que genera el arbolado urbano. La Arboricultura Urbana no es un gasto, es una inversión. Los múltiples beneficios que generan de forma continua y por décadas los árboles urbanos exceden con creces el período de retorno de la inversión que se ocupa en producir los árboles necesarios, plantarlos y cuidarlos en todo su ciclo de vida.

2.- Falta de planificación para el establecimiento de arbolado urbano

Los lugares de la vía pública donde se pueden establecer árboles urbanos presentan distintas dimensiones, disponibilidad de suelo y espacio aéreo, motivo por el cual es necesario definir a priori las características de los árboles que en cada uno de ellos se debe establecer, siendo la principal variable a definir para cada lugar la especie a utilizar. La realidad señala que en los espacios viarios disponibles para establecer árboles urbanos se plantan los arbolitos que están disponible (lo que hay) generándose de esta forma numerosos problemas para la mantención del arbolado futuro.

Es importante la planificación del arbolado urbano viario y en áreas verdes para asegurarse que la combinación de árboles que se establece genera el máximo de beneficios ambientales, económicos, sociales y culturales. Un árbol de una especie que en estado adulto es de gran tamaño no puede ser establecida en un lugar donde dispondrá de poco espacio para desarrollar su copa y/o poco espacio para desarrollar sus raíces.


3.- Déficit en producción de Árboles Urbanos y plantas de mala calidad

Se llama árbol urbano a un tipo de árbol que es producido en base ciertos estándares de calidad que le permitirán sobrevivir en los lugares donde serán establecidos de forma definitiva. Son árboles que salen de vivero con 2,0 metros de altura mínima, al menos 5,0 centímetros de diámetro en el cuello de la planta, que se encuentran en buen estado sanitario y con un follaje que le da presencia para evitar que sea aplastado o pisoteado. Es necesario que sea establecido con un tutor que evitará el daño mecánico que el ser humano les pueda producir.

Las actividades de producción de plantas que el estado mantiene en nuestro país entregan a la comunidad pequeños arbolitos que no cumplen con las características señaladas en el párrafo anterior. Debido a que los viveros de que dispone el estado son en general pequeñitos, de especies poco deseables y de origen principalmente exótico, lo que sumado a la escasa planificación que en ellos existe, a la falta de tecnología y a que no se toman en cuenta los criterios que la Arboricultura Urbana indica para la producción de árboles urbanos, no solo se entregan a la comunidad árboles que no cumplen con criterios mínimos de calidad para ser establecidos en la vía pública, sino que además, es imposible para el estado producir árboles urbanos en la cantidad que sus propias campañas de forestación urbana han comprometido.

4.- Poda y su uso indiscriminado.


La poda es una técnica que permite mejorar la forma de los árboles, guiar su crecimiento, eliminar partes del árbol que presentan enfermedades y, en general, fortalecer el desarrollo de los árboles. La poda de árboles urbanos se aplica en Chile utilizando criterios inadecuados o para solucionar problemas de árboles establecidos en lugares inadecuados. La elección de árboles urbanos que serán plantados debe considerar aspectos como el espacio disponible (suelo y aéreo), el tamaño que alcanzará el árbol en su estado adulto (especie) y las posibilidades de mantención actuales y futuras (riego, fertilización). Cuando para un lugar pequeño se selecciona un árbol urbano que en estado adulto alcanzará altura superior a los 15 metros, se recurrirá a podarlo (mutilarlo de forma permanente). El ejemplo más claro de la situación descrita es el establecimiento de árboles bajo el tendido eléctrico.


Pero no se puede llamar poda a cualquier actividad que termine en cortar las ramas de un árbol, como por ejemplo lo que ha ocurrido en la V Región con el metro MERVAL, empresa que el año 2007 realizó una remodelación de su sistema de trenes y construcción de nuevas estaciones, incluyendo la arborización exterior de las 5 estaciones de Villa Alemana y de 3 en Quilpué con la bella especie Quillaja saponaria (especies plantadas en ese entonces eran de 3 años app). Luego de cinco años de ocurrido este acierto la empresa decidió "algo" que terminó en la mutilación de decenas de quillayes de 8 años que ella misma había plantado y numerosos árboles de otras especies ubicados en el entorno.

Las empresas eléctricas cortan las ramas de los árboles que crecen bajo el tendido eléctrico amparadas en el artículo 147º del D.F.L. N°1 del Ministerio de Minería de 1982, llamada Ley General de Servicios Eléctricos. Es preciso aclarar que una poda bien realizada mejora la forma de los árboles, cuestión que en general no ocurre en estos casos y genera críticas de los vecinos al resultado que se obtiene, el que generalmente corresponde a un desmoche. El artículo señalado dice que "El trazado de líneas aéreas por bienes nacionales de uso público deberá efectuarse de modo que, en lo posible, no se corten o poden los árboles ubicados a lo largo del trazado de la línea. Si no existiere alternativa a la poda o corta de estos árboles, el propietario de las líneas aéreas deberá dar aviso por carta certificada, con diez días de anticipación, a la Dirección de Vialidad o a la Municipalidad, según proceda, y a los propietarios  afectados,  pactándose las indemnizaciones que correspondan, de acuerdo con lo que establezcan los reglamentos."

La situación descrita ocurre frecuentemente en todo el país, no solo en época de receso vegetativo de las plantas, sino, todos los meses del año, afectando de esta forma el crecimiento de los árboles. No existe un sistema de certificación de las personas que trabajan en Arboricultura Urbana. ¿Cuanta agua pierde por sus heridas un árbol que es podado en primavera, incluso en octubre o noviembre? ¿Las podas que se realizan mejoran la forma y estado general de los árboles?

5.- Déficit en Manejo del arbolado urbano: mantención y reemplazo


El arbolado urbano que ha sido establecido requiere riego oportuno, fertilización, corrección de forma, eliminación de plagas, tratamiento de heridas, reemplazo de árboles en mala condición o dañados, entre otras tantas acciones que la Arboricultura Urbana considera. Las actividades señaladas deben ser programadas, de tal forma de asegurarse de hacer buen uso del tiempo disponible, del uso de los recursos y del presupuesto, entre otros aspectos que se deben insumir.

El manejo del arbolado urbano es una actividad que requiere de un presupuesto anual. 

6.- Falta de información sobre Arboricultura Urbana.


La arboricultura urbana es una disciplina que está estructurada en base a temáticas específicas del conocimiento. Por desconocimiento o falta de interés ha sido ubicada como un capítulo menor en el ámbito de las áreas verdes, relegación forzada de funestas consecuencias para nuestras ciudades y su sustentabilidad. Sabemos que en condiciones óptimas las áreas verdes no superan el 15 a 20% del territorio de las ciudades, con el efecto que un porcentaje como ese tiene en el consabido (y mágico) indicador de metros cuadrados de áreas verdes por habitante. Los árboles en áreas verdes corresponden a un % menor respecto del total de árboles que existe o se podría establecer en las ciudades. 

Se requiere mayor investigación en el ámbito de la producción de árboles, en la identificación de variedades, en el cuidado de los árboles, en los sistemas de gestión del arbolado urbano, en la valoración de los beneficios de los árboles urbanos, en la generación de conocimiento para capacitar a nuevos arboricultores, para formar especialistas en las diversas temáticas, para el manejo de bosques urbanos, entre tantas materias que las ciudades requieren.

7.- Eliminación injustificada e indiscriminada de árboles adultos

Este año hemos sido testigos en varias oportunidades de la falta de protección de los árboles urbanos, las que corresponden a proyectos de ensanchamiento de calles y avenidas. La primera situación se dio en la ciudad de Chillán, VIII Región, donde un proyecto de supuesto mejoramiento de la Avenida O’Higgins, contempló en su diseño la corta o tala de 51 árboles que se encuentran en el recorrido (encinos y plátanos orientales) y reemplazarlos por nuevas especies, intervención que fue resistida por los vecinos. La segunda situación fue la corta de árboles adultos debido a un proyecto de ensanchamiento de la calle Manuel Rodriguez, ciudad de Osorno, donde se cortaron siete árboles. La muerte de 600 árboles por ensanchamiento de Gran Avenida. Existen muchos otros ejemplos de eliminación indiscriminada de árboles urbanos a lo largo y ancho de nuestro país, entre los que se encuentran los siguientes casos:

a) Municipalidad De Las Condes - Tala Indiscriminada De Árboles
c)  Sacarían terraza de la plaza y árboles de Coimas y reemplazarían todo por cemento en SanFelipe.

A esta situación se suman numerosas remodelaciones de plazas y también de parques que una tras otras significan la eliminación gradual de árboles patrimoniales.


8.- Creación de monocultivos urbanos con la especie plátano oriental.

La situación actual de la Arboricultura Urbana Chilena que se describe en este documento permite visualizar una serie de déficit, donde es posible destacar, entre otros resultados deficitarios, el logro negativo de haber creado un enorme monocultivo urbano con la especie plátano oriental. La utilización indiscriminada de plátano oriental en arborización viaria y en áreas verdes, no solo refleja un desconocimiento respecto del potencial urbano que presentan una serie de especies, principalmente nativas, las que son promovidas por la Arboricultura Urbana Chilena, sino que también indica un pésimo gusto al momento de pensar en la ciudad.
En la foto la Alameda Bernardo O´Higgins frente a la calle Bascuñán Guerrero.
En la imagen tomada en el mes de junio se observan decenas de plátanos orientales sin hojas.
Una tesis de la Facultad de Geografía de la Universidad de Chile indica que más del 70% de los árboles que se encuentran en parques en la región metropolitana corresponden a esta especie. Por otro lado, por ser una especie de hoja caduca no es capaz de aportar en nada  a la captura de material particulado en invierno. Plátano oriental también es una especie altamente alergénica.

9.- Graves deficiencias en la implementación del programa "Un árbol por cada chileno"

En el primer párrafo de la página 97 del programa de Gobierno 2010 - 2014 del Presidente Piñera se encuentra el siguiente compromiso "Se aumentarán los estándares de áreas verdes y se realizará un programa nacional de forestación urbana, que contempla plantar 16 millones de árboles, es decir, un árbol por cada chileno, con participación de las municipalidades, empresas privadas y las comunidades escolares." Durante el año 2010 esta iniciativa estuvo a cargo del Ministerio de la Vivienda. El año 2011 se traspasó a CONAF la responsabilidad de crear e implementar el programa señalado, institución que incorporó el criterio de forestación periurbana que está conformada por forestaciones industriales rurales, probablemente financiadas por el D.L. 701 que subsidia la forestación.

Preocupa el hecho de que el año 2011 CONAF informara de la arborización de 1.905.348.- árboles, cifra que está conformada por solo 543.363 plantas entregadas en zonas urbanas y 1.361.985 plantas en zonas rurales que CONAF considera como periurbanas. Es decir, tan solo el 28,5% de las plantas informadas por CONAF como plantadas en algún lugar corresponden al programa nacional de forestación urbana que se ha comprometido en el programa de gobierno para este período. Llama la atención también que la falta de árboles de calidad que existe en los pequeños y escasos viveros que posee el estado llevara a CONAF a regalar pequeños arbolitos de no más de 30 cm. ya que los árboles urbanos, por definición tienen más de 2,0 metros. Ante la imposibilidad de cumplir con el compromiso del programa de gobierno el año 2010 el MINVU señaló que la meta de "Un árbol por cada chileno" se alcanzaría en ocho (8) años.

Como resumen solo señalar aquí que la implementación de la medida señalada como un árbol por cada chileno se encontró con problemas de institucionalidad, falta de árboles urbanos de calidad, falta de personal capacitado y una profunda falta de conocimientos de los postulados básicos que la Arboricultura Urbana promueve.

10.- Incoherencia en los informes gubernamentales sobre arbolado urbano

Desde el año 1992, fecha en que CONAMA elaboró el primer catastro de áreas verdes del Gran Santiago, se mide el aporte de los árboles a la captura de material particulado (PM10 y polvo en suspensión) a través del indicador metros cuadrados de áreas verdes por habitante (m2av/habitante), lo que en la práctica significa decir que solo los árboles que se encuentran en áreas verdes tienen la capacidad de capturar contaminantes, criterio muy utilizado en algunos círculos pero que a todas luces es erróneo.


Plátanos orientales en invierno.
Fotos tomadas frente a calle República.
Si queremos conocer el aporte de los arboles al control de la temperatura es necesario contar los árboles y medir en ellos el indicador cobertura de copas; si se quiere conocer la captura de contaminantes es necesario medir los indicadores volumen de copa, densidad de copa, estratificación de la copacaracterísticas de la hoja. Para conocer el aporte de los árboles a la disminución de la agresividad de las personas es necesario utilizar instrumentos de carácter social. Los indicadores más utilizados por la Arboricultura Urbana son: número de árboles por habitante, cobertura de copa, edad de los árboles y especieEn ciudades con una alta contaminación del aire el indicador especie nos señala si los árboles son de hoja caduca o de hoja perenne. Los árboles de hoja caduca botan sus hojas en invierno y no contribuyen a la descontaminación del aire, siendo ésta la situación que ocurre con plátano oriental que es la especie más utilizada en el Gran Santiago y en la mayor parte de las ciudades del país, evidenciando la incoherencia que existe entre las políticas públicas y los indicadores que se utilizan para evaluar dichas políticas.

COMENTARIOS FINALES.

Son numerosos y diversos los problemas detectados que impiden el adecuado desarrollo de la Arboricultura Urbana en Chile. Todos los problemas señalados impiden que los árboles urbanos aporten los múltiples beneficios que de forma natural los árboles urbanos nos deberían entregar. Si bien no se incluye en este artículo la totalidad de los problemas existentes, se ha intentado incluir aquellas situaciones que permiten a los tomadores de decisiones y al lector en general formarse una opinión de la situación en que nos encontramos. Es importante destacar que si se mira la Arboricultura Urbana desde una perspectiva histórica, podemos observar que la situación actual es el resultado de numerosos esfuerzos e iniciativas que deben ser aquilatadas en todo su valor, para intentar superar las deficiencias y brechas que en cada una de ellas se detecta.

La Arboricultura Urbana dejó de ser un problema de los vecinos, de las familias adineradas o de las municipalidades, primero debido a la necesidad de contar con árboles en nuestras ciudades para contribuir a la sustentabilidad de nuestras ciudades, y en segundo lugar porque los árboles urbanos hacen un aporte que impacta más allá de nuestras fronteras y cotidianidad. Es un imperativo ético dotar de árboles de calidad a nuestras ciudades para , al menos, capturar CO2, disminuir el consumo de combustibles fósiles al regular la temperatura y permitir una mayor estabilidad emocional y mayor seguridad a los ciudadanos. 

Es entonces un imperativo social, ambiental y global aportar para que se dicte una Ley del Árbol Urbano en Chile, la que en base a una situación óptima futura deseada permita superar los problemas que dificultan el desarrollo de la Arboricultura Urbana en la actualidad.


Elaborado por:
Santiago JM Del Pozo Donoso
Ingeniero Forestal
Ex Director CONAF RMS.
Ex Jefe Unidad de Medio Ambiente GORE RMS.
Correo: arbol.cl@live.cl


(1) FONDEF D00I 1078 “Desarrollo de un sistema de gestión de vegetación urbana con fines de descontaminación atmosférica y de apoyo a la toma de decisiones de nivel municipal”. Informe final, 14 de marzo de 2004.



martes, 20 de noviembre de 2012

ORIENTACIONES DE POLÍTICA PARA UNA LEY DEL ARBOL URBANO

La incorporación del árbol urbano en los espacios públicos de nuestras ciudades ha sido un proceso lento y dificultoso (Ver Historia de la Arboricultura Urbana Chilena), el que se caracterizó en sus inicios por ser el resultado del aporte de personas y familias acomodadas, con ausencia del estado. Fue solo a inicios del siglo pasado que, con la celebración del primer Centenario de la República, el árbol urbano tuvo una presencia importante en áreas verdes que se crearon especialmente para tal fin. En épocas más recientes, a partir de mediados del siglo XX, el árbol urbano comenzó a ser incorporado de forma planificada en algunas ciudades de nuestro país, tarea en la que las municipalidades con mayores recursos fueron pioneras y muchas municipalidades pobres aún no pueden comenzar.

Puede ser éste el motivo o la causa del enorme déficit de árboles urbanos que existe en nuestras ciudades, a lo que se suma la confusión que existe entre arbolado urbano y áreas verdes. Para poner las cosas en su lugar es importante decir que en cualquier comuna en la que el árbol urbano forma parte de la planificación del territorio, encontraremos que el 80% del arbolado presente en ellas está situado en calles, avenidas o pasajes y tan solo el 20% de los árboles existente en dicho territorio estará situado en áreas verdes. Este dato proviene de comunas como  Santiago, La Reina, Providencia, Las Condes, Peñalolén, Vitacura, entre otras. Son comunas que tienen en total entre 50.000 y 70.000 árboles en su territorio, de los cuales, tan solo, entre 10.000 y 17.000 árboles se encuentran plantados en áreas verdes.

Desde la década del '60 del siglo pasado hasta la fecha ha existido un desarrollo significativo en el ámbito de la incorporación del árbol en la ciudad, desarrollándose paralelamente a este proceso la Arboricultura Urbanaque es la disciplina que se preocupa de esta actividad. En este período diversas municipalidades organizaron campañas masivas de arborización; los viveros rurales potenciaron sus  producciones de árboles urbanos; las municipalidades de mayores recursos comenzaron a licitar el diseño, creación y mantención de áreas verdes; se crearon las primeras empresas privadas para la gestión de áreas verdes, las municipalidades han licitado la mantención del arbolado urbano. En todo este proceso, finalmente, el estado jugó un rol, el que a partir de la década de los años  `90 del siglo pasado se estancó: solo basta ver lo que ocurre en la Región Metropolitana de Santiago, donde CONAF ha ido disminuyendo la cantidad de árboles que durante 20 años entregó, promediando los 20.000 árboles urbanos/año, llegando al límite de no impulsar proyectos innovadores como el Plan Santiago Verde del Gobierno Regional Metropolitano de Santiago.

La preocupación por el arbolado urbano, que a inicios de la era industrial tuvo como objetivo ayudar a la higienización de los barrios y ciudades, 200 años después y a inicios del siglo XXI, con una nueva comprensión que aporta la arboricultura urbana, el árbol urbano se inserta en el contexto de los problemas globales que sufre el planeta y la sociedad en su conjunto, pasamos de ver el árbol urbano como un elemento que sirve para el ornato de nuestras ciudades a entenderlo como un ser vivo, que requiere cuidados, capaz de proveer múltiples beneficios ambientales, sociales, económicos y culturales. Este conjunto de beneficios del árbol urbano se constituye en un marco orientador, que permite fijar prioridades, orienta las políticas de arbolado urbano y da relevancia a la arboricultura urbana. Han quedado en el pasado aquellas preguntas que siempre se han hecho los urbanistas respecto del arbolado urbano y ahora, motivados por otros conocimientos profesionales, nos preocupamos de los temas que son importantes para lograr que nuestras ciudades sean sustentables. ¿Cual es la mejor combinación de árboles viarios y en áreas verdes que debemos lograr para generar un máximo de beneficios para la sociedad y el planeta?.  De lo que si estamos seguros es que debemos superar en el corto plazo las brechas existentes de arboles urbanos plantados entre comunas ricas y comunas pobres.

Antes de continuar es necesario preguntarse respecto de cuales son los alcances de la arboricultura urbana. Daniel Rivas Torres nos aporta cuando señala que la Arboricultura es la ciencia que se dedica al cultivo, al cuidado de los árboles, arbustos y enredaderas, considerados como individuos. Por lo general, el árbol que importa como individuo se encuentra en las calles, parques, plazas, camellones, andadores, jardines botánicos, arboretos, instituciones, empresas, viveros, unidades residenciales, casas, fincas, etc. Al árbol de las ciudades se le llama árbol urbano, y no árbol ornamental, porque, como ya hemos analizado, sus funciones son variadas y van más allá de un papel meramente estético.

Es importante destacar que la preocupación del árbol urbano como individuo significa también la preocupación por su entorno y las condiciones ambientales en las que se desarrolla. Por este motivo, entre otras materias, existe un consenso amplio respecto de los criterios de calidad que debe presentar un árbol urbano para ser establecido en la ciudad. Este no es un tema menor ya que sabemos de numerosas campañas que se hacen llamar de arborización urbana, regalan pequeñas plantitas de no más de 30 cm. de altura, de las que no se logra conocer ni siquiera el lugar donde esas plantitas fueron establecidas. Debemos buscar un nombre adecuado para aquellas campañas que no aportan árboles urbanos, que hacen mal uso de los dineros del estado  regalando pequeñas plantitas que no logran sobrevivir.

Fuente: Arbolado Urbano en la Legislación Forestal Latinoamericana

Para avanzar de forma decidida en lograr que las personas, las vecindades, los barrios, las comunas y ciudades dispongan y disfruten cada vez más de los beneficios que proveen los árboles urbanos, es necesario superar una serie de brechas, problemas y déficit detectados, los que se señalan a continuación: 


Déficit de arbolado urbano en comunas pobres
Excesiva presencia de especies caducas en ciudades con aire contaminado.
Árboles viarios sin riego y sin cuidados culturales.
Ausencia de criterios de calidad de producción de árboles urbanos.
Falta de herramientas de catastro y planificación del arbolado urbano.
En algunos círculos aún se utilizan criterios higienistas ajenos a la arboricultura urbana.
La arborización urbana se rige por la oferta de arbolitos y no por demanda planificada.
No se aplican en áreas verdes los conocimientos propios de la arboricultura urbana.
Falta de investigación en arboricultura urbana.
Desvinculación entre las actividades de arborización urbana y las zonas arboladas rurales.
No se utilizan especies nativas que crean hábitat para la biodiversidad regional.
Aplicación de podas que desfiguran y mutilan los árboles.
No existe un cuidado especial para nuestros árboles singulares.
Los criterios imperantes impiden que las empresas impulsen la arboricultura urbana.
Falta de competencias y conocimientos para orientar el manejo de los árboles urbanos.
Áreas verdes urbanas sin prioridad arbórea hacia la sustentabilidad.
Existe legislación que afecta negativamente el desarrollo del arbolado urbano.
Los presupuestos para arboricultura urbana son escasos y dispersos.

Para avanzar en la implementación de un sistema de gestión del arbolado urbano en nuestro país, es necesario definir una política nacional de fomento del arbolado en la ciudad, la que a la luz de los problemas detectados, sea capaz de abordar los siguientes objetivos:
  1. Consensuar un arreglo institucional en torno al fomento y cuidado del árbol urbano  que logre generar sinergias, cubrir vacíos y brechas e identificar y potenciar las capacidades existentes, potenciando su aporte al logro de ciudades sustentables.
  2. Incrementar la oferta gratuita de árboles urbanos de calidad del estado, fortaleciendo las vinculaciones público-privadas y de las organizaciones sin fines de lucro.
  3. Definir mecanismos e instrumentos que permitan fomentar la arboricultura urbana en un contexto de ciudades sustentables.
  4. Diseñar e implementar un sistema de indicadores que permitan identificar las especies que más contribuyen a lograr ciudades sustentables.
Para superar los problemas existentes y asegurar el logro de los objetivos señalados es necesario crear un cuerpo legal que tenga como objetivo el fomento, cuidado y protección del arbolado urbano, permitiendo incrementar los beneficios sociales, ambientales, económicos y culturales que éstos generan, pasando de criterios urbanistas tradicionales a la implementación de un nuevo paradigma del arbolado urbano que es coherente con el de ciudades sustentables.
Bellotos del Norte, especie en peligro de extinción, plantados en el bandejón central de la
Alameda Bernardo O`Higgins, frente a calle República.
Texto Elaborado por Santiago JM Del Pozo Donoso, Ingeniero Forestal de la U. de Chile.
Correo: arbol.cl@live.cl 


domingo, 14 de octubre de 2012

HISTORIA DE LA ARBORICULTURA URBANA CHILENA


A partir de 1471 y durante los 22 años siguientes el imperio Inca comienza a expandirse hacia el sur iniciándose la conquista de los territorios que en la actualidad conforman parte del norte y centro de Chile, cayendo toda la zona comprendida hasta la actual Región Metropolitana de Santiago bajo la influencia de ese imperio. En ese entonces la vegetación nativa conformada por bosques esclerófilos mediterráneos dominaba el paisaje del valle del Mapocho.

El 12 de Febrero de 1541 Pedro de Valdivia funda la Ciudad de Santiago del Nuevo Extremo. Luego, la ciudad funcional del siglo XVI define geográficamente lo que es hasta hoy el corazón mismo de la metrópolis y del país; se sitúa a los pies de cerro Santa Lucía entre dos límites naturales bien definidos: Río Mapocho y la Cañada, con su centro político, administrativo y social en la Plaza de Armas. Este núcleo crece ordenadamente hacia el poniente, en un esquema que satisface sus necesidades por tres siglos. El plano de Santiago del Nuevo Extremo del 1600 (ver imagen abajo, a la izquierda) muestra la ocupación del territorio y se observa en él como la palma chilena y los camélidos nativos dominaban el paisaje. La vegetación urbana correspondía a chacras que rodeaban las viviendas y la plaza de armas era un espacio abierto y sin vegetación. En la imagen de más abajo, al centro, se muestran palmas chilenas creciendo en forma natural en El Salto, sector ubicado en el límite oriente de Huechuraba con Recoleta. La fotografía es de Einar Altschwager de 1930 (Museo Histórico Nacional). En la imagen de abajo, a la derecha, en la  ilustración "Una Chingana", se muestra una ramada, donde destacan al fondo tres palmas chilenas, tomada del Atlas de la Historia Física y Política de Chile, por Claudio Gay hacia 1854.
Hacia el siglo XVIII, la Cañada se veía como un ancho cequión que pasaba frente a la Iglesia de San Francisco, dividido en dos pequeños brazos de agua que regaban algunos sauces y acacias que en 1762 mandó plantar el Gobernador de Chile, Félix de Berroeta, a lo largo de las tres calles que La Cañada recorría, con lo cual la transformó, definitivamente, en paseo. En el gobierno de Ambrosio O’Higgins La Cañada volvió a ser remodeladaLa Cañada comenzó a ser una bullada arteria de la ciudad, atestada de transeúntes, comercio, paseantes, herradores y barberos. En la segunda mitad del siglo, La Cañada se extendió hacia el poniente, donde tomaba el nombre de Cañada de Saravia, debido a las quintas de propiedad de los marqueses de la Pica Bravo de Saravia. Los primeros años del siglo XIX trajeron consigo las voces de la revolución. Tras la victoria en Maipú, el mayorazgo Bernardo O´higgins asumió en los roles de primera autoridad de la nueva República. Aprovechando la presencia de numerosos prisioneros que dejó la guerra, O’higgins ideó la nueva Alameda, que costó a los prisioneros dos años de trabajo forzoso. Las quintas entregaron a los trabajadores la sombra necesaria para soportar las largas horas de calor, por lo cual ellos las llamaron “de sus delicias”. En la foto del costado se muestra como era la Alameda en 1865.


En Santiago, además de La Cañada, existieron el Paseo del Marqués de Obando de 1745, la Alameda de San Pablo de 1775 y el Paseo del Tajamar, construido en 1792, que suplantó a La Cañada o Alameda de las Delicias como principal paseo público de la ciudad. El Tajamar, cuyo nombre deriva de los malecones y diques construidos para resistir las crecidas del río Mapocho, inicia su historia de paseo cuando el Marqués de Obando plantó el lugar con numerosos árboles; más tarde el Corregidor Zañartu construyó en el sitio una plaza de toros que fue destruida en 1783 por una de las mayores crecidas del Mapocho. El río se desbordó por calles y plazas causando enormes daños a la población y construcciones, entre las cuales estaba el Puente Nuevo, considerado una de las más hermosas obras públicas de la capital. Al igual que la ciudad de Santiago del Nuevo Extremo, San Felipe el Real, San Fernando, Santa Rosa de Los Andes, San Rafael de las Rozas (Illapel), Rancagua, San José de Buenavista (Curicó), Talca, San José de Floridablanca (Parral), La Serena y Santa Bárbara de la Reina de Casablanca tuvieron cañadas que también sirvieron de paseos. Esto era absolutamente natural en un país conformado principalmente por montañas.

El 9 de febrero de 1821 se fundó la villa de San Bernardo. Hacia 1850, al norte del canal Espejino se plantó un bosque que abarcaba desde el paradero 31 al 40 de lo que es hoy Gran Avenida José Miguel Carrera, ubicado específicamente entre esta arteria y la línea férrea. Este bosque  que cruzaba Llanos de Lepe, fue llamado primero “El Bosque de Espejo” porque el primer propietario de ese lugar fue Pedro Gutierrez de Espejo. En la actualidad el sector se conoce solo como “El Bosque”. La arborización urbana continuó con éxito junto con la creación de numerosos parques como la Quinta Normal (1838), Parque O'Higgins (1873),Parque Santa Lucía (1874), Parque Forestal (1910),  Parque Cerro San Cristóbal (1917) y Parque Bustamante (1934). Sin embargo, como lo atestigua el plano adjunto, hacia 1906 la ciudad de Santiago tenía una superficie menor a las 2.000 hectáreas y poco más de 300 mil habitantes. Llama  la atención la gran cantidad de áreas verdes que existía en esa época en contraposición con la baja densidad de población. Podría suponerse una estrecha relación entre la sociedad de la época con el arbolado urbano, pero como veremos más adelante esa relación no era tan fuerte como parece. En la medida que la ciudad crecía no solo era eliminada la hermosa y valiosa vegetación nativa de la región, costumbre muy arraigada en los urbanistas que en Chile encontramos, sino que también la escasa vegetación arbórea y arbustiva exótica que se establecía era confinada a las "áreas verdes" que se construían bajo la lógica de "colecciones de especies" que visitar, disponiendo las especies vegetales al estilo de lo que son los zoológicos para las especies animales.

Arriba calle Ahumada a fines del 1800
Abajo calle ejército 1860.
Como se observa en las fotografías que se muestran a continuación, a inicios del 1900 las calles de la ciudad de Santiago, como Ahumada, Estado, Carmen, se encontraban sin arbolado urbano. Entonces, los inicios del siglo XX encuentran a la ciudad de Santiago con una profunda contradicción representada en la enorme variedad de especies arbóreas y arbustivas cultivadas en áreas verdes y ausencia de árboles urbanos en sus calles y avenidas.
Carmen (1874)
En esa época los habitantes de la ciudad se refugiaban del calor en verano en las quintas y los solares o patios interiores de las casas. No se había desarrollado aún una responsabilidad pública que se hiciera responsable de arborizar las calles de la ciudad.  Dicho de otro modo: la arborización de calles (viaria) era financiada por los propios vecinos, siendo común encontrar árboles en las calles de los sectores más acomodados. Las calles de los sectores populares no estaban arborizadas.

En las fotos de más abajo y para la misma época, también es posible observar la ausencia de árboles urbanos en otras calles y lugares de Santiago. De izquierda a derecha se observa el Teatro Municipal en 1860 y al fondo el Cerro Santa Lucía, luego la calle Ahumada en 1895 donde se observa la instalación de rieles de tranvías y finalmente la calle Estado en 1930, foto tomada desde la esquina de Plaza de Armas.
Los primeros árboles urbanos utilizados en Chile de los que se tiene conocimiento no son hermosos quillayes, pataguas, peumos, bollenes, frangeles o palmas chilenas, muy por el contrario, corresponden a 20 "álamos lombardos" (Populus nigra L. var. italica (Moench.) Koehne) traídos  en 1810 desde Mendoza de Cuyo y entregados al Provincial de la Orden del Patriarca San Francisco el R.P. F. JoséJavier Guzmán. Éstos álamos fueron reproducidos profusamente y en los siguientes 30 años sus renuevos se encontraban esparcidos desde Copiapó hasta Talca. Es parte de nuestra historia la poca consideración que se ha tenido por nuestra vegetación nativa, considerando que las ciudades del norte y sur de nuestro país tienen su propia vegetación arbórea y arbustiva nativa que pudo ser incorporada como árboles urbanos, los que eran abundantes y de fácil reproducción. 

Otro aspecto interesante de destacar es que a mediados del siglo XVII, mediante la entusiasta colaboración de los vecinos, se empiezan a formar los jardines de una desértica Plaza de Armas de Santiago. Las principales familias que residían en sus alrededores ejecutaban las plantaciones e implementaron un sistema de turnos mensuales para encargarse de su conservación. Son esas mismas familias las que también velaron por la plantación de árboles en las calles circundantes e interiores, contribuyendo a incrementar el valor del sector. En la foto del costado se muestra la Plaza de Armas de Santiago en 1867.

Los proyectos de parques de inicios del 1900 permiten suponer que en Chile existía una capacidad instalada suficiente como para abastecer de árboles de distintas especies.  La creación del Parque Forestal y la arborización de los cerros San Cristóbal y Santa Lucía, la Quinta Normal, junto con la mantención de otros paseos, requerían de conocimientos sobre arboricultura, competencias y viveros que aseguraran en el tiempo la provisión de árboles necesarios. A modo de ejemplo señalar que solo para el Parque Forestal se requirieron 7.700 árboles, los que vinieron desde los viveros de don Salvador Izquierdo en la Quinta Región, palmas chilenas donadas por don Ascanio Bascuñán, dueño de la hacienda de Ocoa y 300 plátanos orientales, que fueron traídos desde Francia. Pero todos estos esfuerzos no eran suficientes para cubrir el déficit de árboles urbanos existente, los que se necesitaban de forma urgente en las distintas ciudades del país, para embellecer sus calles y avenidas. En las fotos de más abajo se muestra la Alameda frente al cerro Santa Lucía en el año 1932, la Alameda el año 1927 y la calle Estado en 1920, arterias de santiago que en esa época tenían en común la falta de árboles. Destacar que la urbanización de Santiago eliminó las acequias originadas en el Río Mapocho, determinando la muerte de todos los árboles que éstas regaban.
 
La respuesta para superar la brecha señalada, y no podía ser de otra forma, vino desde el ámbito forestal a través de la dictación de la Ley de Bosques de 1931, la que en su artículo Nº 9 contempla que los organismos con competencias forestales de esa época, proporcionaren a las Municipalidades, otras corporaciones, a particulares y a sociedades de plantaciones legalmente constituidas,:  a) semillas; b) plantas criadas en los Viveros Fiscales a precio rebajado; y c) ejecución de estudios previos y proyectos de plantación. La misma Ley de Bosques de 1931, en su art. Nº 12 señala que “por razones de higienización y hermoseamiento las Municipalidades deberán establecer plantaciones lineales y grupos arbolados dentro o colindantes con los centros urbanos. El Gobierno premiará en la forma que determine el Reglamento, a aquellas Municipalidades que hayan contribuido más eficazmente al fomento de esta clase de plantaciones”.

La Ley de Bosques de 1931 no hace otra cosa que dar cuenta de los datos que la realidad entregaba, ya que hasta esa fecha el tema del arbolado urbano era preocupación de los vecinos más adinerados, motivo por el cual los barrios populares no disponían de árboles. En consecuencia, como las municipalidades tenían a su cargo el tema de la higiene y el ornato, con los conocimientos que hasta esa fecha se tenían, se consideró importante que también incorporaran el árbol urbano como un instrumento para lograr el señalado fin. En las fotos de abajo, de izquierda a derecha, se muestra la plaza de La República en 1906 en Valdivia, la que fue plantada a fines de la década de 1860 por Carlos Anwandter, al centro la calle Los Leones con Providencia en 1920 y el Museo de Bellas Artes en 1915 aún sin vegetación en sus alrededores.
Habría que esperar aún unos años más para que el articulado de la Ley de Bosques de 1931 tuviera un efecto en la actividad forestal del país, a través de la producción de plantas  urbanas que se hiciera en los viveros fiscales. Las promociones de Ingenieros Forestales que a partir de 1957 en adelante comienzan a egresar de las distintas universidades que dictan esta noble carrera, comenzarían a hacerse cargo de la importante tarea de arborizar nuestras ciudades y pueblos, con permanentes donaciones de árboles urbanos a municipalidades y vecinos. Otro aspecto que era necesario activar fue la investigación forestal que se realiza en Chile en temas de arbolado urbano. A partir de 1931 fue posible entonces que se activaran las capacidades de las instituciones públicas con competencia forestal, lo que permitió estrechar vínculos con las autoridades y organizaciones comunitarias y vecinales, con el fin de concretar proyectos de arborización de calles, avenidas y también en áreas verdes.

La Ley Orgánica Constitucional de Municipalidades, en la letra c) del artículo 25 entrega a las municipalidades "la construcción, conservación y administración de las áreas verdes de la comuna" y diversas atribuciones relacionadas con la conservación del medio ambiente y la salud de las personas, las que contextualizan las funciones ambientales de los árboles y bosques urbanos. Los árboles ubicados en las calles y áreas verdes son Bienes Nacionales de Uso Público y de esa forma han sido administrados por las municipalidades. Es evidente que la decisión de los legisladores de dejar los árboles urbanos fuera de la ley orgánica de municipalidades ha significado un debilitamiento del accionar que esas corporaciones en materia de arborización urbana y forestación urbana, no obstante, esa decisión ha sido coherente con la gestión que se ha desarrollado en el país, donde el estado privilegió, por alguna razón, financiar la construcción de unas pocas áreas verdes y se dejó en manos de la buena voluntad de los vecinos más adinerados la arborización urbana de calles y avenidas.

No han sido pocas las municipalidades que han priorizado la arborización urbana utilizando especies rústicas de rápido crecimiento y fácil reproducción, motivo por el cual en las calles de nuestras urbes predominan especies como plátano oriental (Plátanus orientalis x acerifolia) y falso acacio (Robinia pseudoacacia), entre otras especies forestales.

Si bien existían viveros capaces de producir árboles que pudieran ser utilizados en zonas urbanas, fue tan solo a partir de 1968 que, en las cercanías del Gran Santiago, fueron creados los primeros viveros privados especializados en producir árboles urbanos. Siguiendo en este proceso es preciso señalar que 1978 es el año en que por primera vez las municipalidades comenzaron  a licitar la mantención de áreas verdes que administraban, ámbito de gestión donde fue pionera la Municipalidad de Las Condes y luego, al dividirse, la siguió la Municipalidad de Vitacura. Alrededor del año 1995 algunas municipalidades comenzaron a licitar la mantención del arbolado urbano, dando de esa forma un salto  positivo enorme en el uso de técnicas y herramientas que permitieran manejar adecuadamente el arbolado urbano, comenzando una gestión del arbolado urbano público efectuada por empresas privadas que se alejaba de la gestión municipal del arbolado urbano que hasta ese momento se realizaba.

El año 1973 se crea la Corporación Nacional Forestal (CONAF) mediante una modificación de los estatutos de la Corporación de Reforestación (COREF) que había sido creada el 13 de mayo de 1970. Debido a su actividad en el ámbito de la producción de plantas, desde su creación, CONAF participó en la donación de árboles a la comunidad, las organizaciones que la conforman y especialmente a las municipalidades. Esta actividad se realizó casi en paralelo a la gestión privada del arbolado urbano público que las municipalidades comenzaban a licitar.

El año 2006 CONAF explicitó una política que diera coherencia a su accionar en el ámbito de la silvicultura urbana, trabajo que se inició a partir de la publicación del documento Una Política de Estado para la Agricultura Chilena (Pg. 61), y que luego de tres años de trabajo significó la aprobación del documento titulado "Política de Fomento del Arbolado en la Ciudad de CONAF".

Principales Programas de Arborización Urbana que dieron sustento a la creación de la Política de Fomento del Arbolado en la Ciudad de CONAF.


1.-  "Forestemos Calama: Adopta un árbol y cuídalo para siempre" que corresponde a una iniciativa de CODELCO NORTE dirigida a favorecer a las municipalidades y comunidades en general. En este proyecto CONAF actuó como ente técnico en la producción, localización y manejo de las plantas. A continuación se muestran algunos folletos del año 2002 que muestran las orientaciones técnicas entregadas para el establecimiento y manejo de los arbolitos que se regalaron en el marco de dicha iniciativa.
 
2.-  La Campaña de Arborización "Adopta un árbol y crece con el". Esta iniciativa de CONAF VI Región se basó en la experiencia de esa región en el tema arborización urbana y en la producción de plantas que se realiza en convenio con El Teniente (CODELCO). Contempla un ciclo de charlas que realizaron funcionarios de CONAF en los colegios participantes de las comunas de Rancagua y Machalí, una ceremonia de adopción de árboles a la cual están invitados los familiares de los pequeños y una masiva fiesta de fin de año que marcaría el cierre del programa en su versión 2008.


3.-  Programa de Arborización Urbana de la Región Metropolitana. Para paliar los problemas de contaminación existentes en la Región Metropolitana de Santiago, el año 1992 se procedió a dotar a CONAF Región Metropolitana de capacidades de producción de plantas, la que quedó materializada en la creación de cuatro viveros, los que en conjunto iniciaron su producción con 33 mil plantas por año. Con relación a la producción de 350.000 plantas por año que producen en conjunto los cuatro viveros mencionados por Cristian Lizana Leyton, en su artículo citado por la Revista URBANO de la Universidad del Bio Bio, destaca que solo entre el 10% y 20% se dedica a arborización urbana.  El resto de las plantas (80% a 90%) de la producción se destinaba a Venta de Plantas a Privados, bajo una modalidad que dispone CONAF denominada Proyectos de Gestión (PROGES), que son recursos que se encuentran consultados en la partida 13, en la ley de presupuestos de cada año, con la identificación de programa 02.

4.-  Plan Santiago Verde. Corresponde a una iniciativa del Gobierno Regional Metropolitano de Santiago (GORE RMS) que contempla seis líneas de trabajo (creación de plazas y parques, mejoramiento y accesibilidad de Cerros Parques, Programas de Arbolado Urbano, Parques Naturales, Reforestación de la precordillera y saneamiento de vertederos ilegales y cierre de rellenos sanitarios, más la creación de un nuevo vivero para producir 100.000 árboles por año. El Plan Santiago Verde fue incorporado el año 2007 en la Agenda 10 para el Desarrollo Regional del GORE Metropolitano y en la nueva versión del Plan Para la Descontaminación Ambiental de Santiago del año 2008. El Programa de Arborización Urbana de CONAF Región Metropolitana estaba incorporado en el Plan Santiago Verde vinculando las metas regionales del programa al trabajo de arborización con las municipalidades y de los Cerros Islas.


Comentarios finales

1.- Desde la fundación de Santiago en 1541 se privilegió la creación de jardines al interior de las casas. La arborización urbana se concentró en la creación de paseos, donde destaca La Cañada. No se arborizaron calles y avenidas, actividad que a inicios del siglo XIX fue realizada por las familias más acomodadas. Los sectores populares no tenían arbolado urbano.

2.- Con la creación de la Quinta Normal de Agricultura se sentaron las bases que permitieron impulsar proyectos de creación de áreas verdes que requerían la utilización de árboles urbanos en gran cantidad, entre los que se cuentan la forestación de los cerros San Cristóbal y Santa Lucía. No están disponibles los datos que expliquen la eliminación de las capacidades de producción de plantas que la institucionalidad pública había creado.

3.- La Ley de Bosques de 1931 sentó las bases para que las instituciones con competencia forestal se vincularan con las organizaciones de vecinos y municipalidades, todo con el propósito de avanzar en la arborización viaria y de nuevas áreas verdes. Las municipalidades impulsaron la arborización urbana utilizando especies que se reproducían por varetas (esquejes), las que lamentablemente son de hoja caduca. La obtención de material vegetativo para enraizamiento significaba podar severamente los árboles, siendo esta práctica probablemente el origen de “la poda del alcalde” o “desmoche”.

4.- Con el crecimiento de las ciudades fue notoria la falta de árboles en los barrios y comunas más pobres, lo que acentuó la demanda por árboles urbanos. Con la creación de la Corporación de Reforestación (COREF) en 1970 se fortalecieron las capacidades de los organismos con competencias  forestales en la producción de árboles, lo que impactó también en un incremento de las actividades que en el ámbito de la arboricultura urbana se realizaban en el país en el ámbito local.

5.- A fines del siglo XX los programas de arborización urbana en el país comienzan a tomar características regionales, tendencia que permite la incorporación de especies nativas propias de los ecosistemas de cada región para ser utilizados como árboles urbanos. El Plan Santiago Verde se convierte en un ícono en esta tendencia, cuya fortaleza principal es la alianza estratégica que se da entre el Gobierno Regional Metropolitano y la Corporación nacional Forestal.

6.- La iniciativa del año 2010 de entregar al Ministerio de la Vivienda y Urbanismo (MINVU) el Programa “Un Chileno, Un Árbol”, se ve frustrada por distintos motivos, entre los que se cuenta el que no existía a esa fecha una producción de árboles urbanos suficiente, lleva a que el año 2011 dicha entidad pública fuera  traspasada desde MINVU a CONAF. Por su parte CONAF ha incorporado al Programa “Un Chileno, Un Árbol” el concepto de forestación periurbana, donde se contabilizan plantaciones forestales financiadas por el DL 701 y por compromisos de compensación ambiental.

7.- Están dadas las condiciones para que en Chile se levante un Programa de Arborización Urbana gestionado por CONAF, que se preocupe de organizar programas regionales de arborización urbana, que se preocupe de las necesidades que tienen los árboles urbanos en todo su ciclo de vida, implementado junto a organizaciones vecinales, las municipalidades, el sector privado y la sociedad civil.



Nota: Dirigir aportes, comentarios y sugerencias a Santiago JM Del Pozo Donoso al correo: arbol.cl@live.cl